1 dic 2012

       
     Yo:
Yo nunca me hube dejado seducir por ella' fue hasta esa última noche, cuando corrió el velo negro casiobscuro y suave de sí...

     Se descubrió; para embelesarme con su don.
Me mantenía inmóvil; quieto. Mi corazón y su ritmo hipnótico e incesante no lograba aturdirme aún... Yo estaba en un trance; totalmente entregado a ella y a las palabras que emanaban de su ser. Brotaban suavemente' como cuando emerge el agua virgen de un manantial...

     Me solté calladamente esa mañana' como lo hace una vieja hoja de otoño por mero azar (o por destino). Caí a un rio imaginario' que fue herido ese día al ser alcanzado por un haz dorado del mismísimo sol; (agonizaba) teñido por algo efluvial del tono dorado y antiguo. Yo no opuse resistencia' me dejé caer y ni siquiera intenté agarrarme de el viento' dejé que el vértigo me abrazara y después aflojé mi cuerpo "casilánguido" en el rio que cantó una rica melodía a mi alma a través de los oídos mientras este me arrastraba a la muerte.

    Sus palabras son algo asechantes para alguien que desea ser alcanzado... En esta ocasión sé que yo jamás lo había deseado, hasta hoy que la escuché.

    Escribí lo que recuerdo de su voz en un libro de cristal de plata' Lo escribí' con una tinta del mismo tono, tomada de las lágrimas que provocan la risa' y la felicidad pueril...

     Esa última mañana, escarchada y fría era "lo recuerdo".  Llegué a mi guarida donde tengo mis ares preciados. Llegué, y encontré el libro abierto (las palabras habían escapado).

No hay comentarios: